En las organizaciones hay trabajadores con diferentes características, cualidades, aptitudes, actitudes y, sobre todo, formas de ser. Por lo tanto, el empleador debería prestarle atención a todos los perfiles, para así poderlos alinear con la política, cultura y propósitos de la compañía.
Según Felipe Buitrago, experto en felicidad corporativa, existen cuatro perfiles de trabajadores en las empresas. Ellos son: los empleados aburridos; los relajados y frescos; los que están contentos y, finalmente, los que están felices.
El trabajador aburrido es aquel que siempre se está quejando, habla mal de su empleo y reprocha por todo. Y también es el que menos rinde en su trabajo.
Por su parte, el relajado y fresco es el que cumple con todo, pero es un trabajador que no da la milla de más. Es el empleado cumplidor y poco propositivo. Además, se caracteriza por mostrar poco interés por las actividades y proyectos de la organización.
De acuerdo con Buitrago, el trabajador contento siempre está motivado y mantiene una buena actitud, sin embargo, es un empleado que no rinde lo suficiente. Es decir, su ánimo y disposición no son proporcionales con su productividad.
El último perfil se refiere al trabajador feliz, aquel que es muy productivo y permanece motivado y lleno de buena energía.
Mario Felipe Ramírez, consultor empresarial, también menciona que hay cuatro perfiles generales en las empresas. No obstante, él los llama de otra forma. Habla del empleado que no quiere y que no puede (que podría ser el aburrido); el que puede pero no quiere (relajado y fresco); el que quiere y no puede (contento); y el que quiere y puede (feliz).
Según los expertos consultados, después de identificar los perfiles de sus trabajadores, las empresas deben actuar con el fin de que la mayoría de sus empleados sean felices y, por supuesto, productivos.
Ante un trabajador aburrido o tóxico, lo mejor es reubicarlo y, si no funciona, prescindir de sus servicios. Si cuentas con un empleado relajado que solo cumple y es desinteresado, hazle sentir la necesidad de vincularse y de ser comprometido.
Si tienes un empleado contento, plantéale metas alcanzables e incentívalo para que incremente su productividad. Y, por último, si cuentas con un trabajador feliz, propicia un plan de retención de talento, pues este colaborador es el que tiene más valor para la empresa. No cometas el error de pensar que porque está feliz no necesita atención. Todo lo contrario.
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Pablo Alejandro Alzate
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