Si bien expertos recomiendan que las personas deben hacer pequeñas pausas (15 minutos) a lo largo de sus jornadas laborales, para descansar, distraerse, estirar o tomarse algo, lo que resulta ser más productivo para varios trabajadores es el compartir un café.
Así es. Tomar y degustar un café en compañía de uno o más compañeros no solo puede bajar el estrés y dar cabida a charlas sobre temas personales que despejan la mente, sino que funciona perfecto para ampliar las relaciones laborales y dialogar sobre temas de carácter importante a nivel de la empresa o, por qué no, de posibles vacantes. Es decir, diálogos que no se sostienen en las habituales reuniones programadas por los jefes de cada área, por ejemplo.
Y es que cuando se está en una reunión laboral programada, por lo general, el equipo-si el jefe no inspira esa confianza- va a estar condicionado a comentar o no ciertas cosas.
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Por otro lado, tomarse un café en las áreas comunes de la compañía, permite conocer personas de otras áreas (posibles futuros empleadores) y hablar de política, fútbol, religión o cualquier tema que da para entender el pensamiento de un trabajador –algo que puede jugar a favor o en contra dependiendo de cómo se use-.
Algunas personas han hecho uso de su descanso para tomarse un ‘tinto’ y hacer nuevos amigos que luego las han tenido en cuenta para proyectos profesionales. De hecho, un café con el mismo jefe ayuda a forjar mejores ideas, pues el trabajador al estar más relajado expresa con mayor seguridad sus propuestas.
Obviamente, no es una invitación a tomar café todo el día para hacer buenas relaciones laborales. Para nada. Lo que se sugiere es que en esos cortos espacios se puede aprovechar-laboralmente hablando- mucho más una charla.
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Jimena Sánchez, especialista en Recursos Humanos, confirma lo anterior diciendo: “cuando tú estás en un trabajo y te sientas con tu jefe o con tus compañeros a tomar un café, seguramente puede salir de esa charla, ideas laborales que, quizás, no ocurran en una reunión formal en tu empleo. Por ejemplo, yo hacía una actividad que se llamaba ‘Un café con Gestión Humana’, y nos sentábamos a reírnos, a charlar y a hablar de la oficina. Entonces, en esas conversaciones las personas iban sacando ideas, posturas y decisiones realmente productivas y apropiadas, que no sucedían cuando nos reuníamos a discutir las cosas a manera de interrogatorio”.
Pablo Alejandro Alzate
Contenido@elempleo.com
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