Durante seis meses salió de su casa trajeado y con su maletín. La fábrica metalúrgica en la que se había desempeñado como supervisor toda su vida había cerrado, pero el hombre no podía decírselo a su esposa.
La situación retratada en la película The Full Monty no es ajena a la realidad. Ante el desempleo, la imposibilidad de aceptar y comunicar la pérdida es compartida por muchos hombres.
Expertos en psicología y sociología coinciden en que el género influye en la forma de reaccionar ante el vacío laboral. "La desocupación es la catástrofe contemporánea más importante y produce efectos traumáticos que no afectan de igual manera a hombres y mujeres", explica una psicóloga funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas.
La función de proveedor, que tradicional y socialmente desarrolló el hombre, actúa de forma negativa en quien pierde el trabajo. Es como si esa persona fue menos que los demás. Además, empieza a actuar la culpa.
"En las encuestas se habla de jefe de hogar, denominación que tiene toda una carga simbólica. El que gana el dinero es el jefe y el que no, no vale nada", afirma la funcionaria.
Hablar o callar
La adaptación al cambio parece más sencilla para las mujeres. La razón podría estar en que para ellas el trabajo no determina su identidad.
Para Héctor Quintero, sociólogo especializado en temas laborales, la mujer tiene una postura más equilibrada respecto del empleo. "Debe ordenar su vida en dimensiones cónicas: trabajo, hogar, hijos, afectos. Tiene el rebusque existencial de trabajar en su casa y con los hijos."
Así como tradicionalmente el hombre provee, la mujer se dedica a la familia. "La autoestima de la mujer está determinada por distintas actividades. Ser madre es un valor. Si pierde el trabajo, el hombre piensa que no es nadie para el conjunto social y se esconde.
La mujer, tal vez, se deprima un poco menos", manifestó Quintero. La facilidad para comunicar los cambios marca otra diferencia. En general, las mujeres hablan y los hombres callan. "La mujer tiene una red de sostén más clara que está conformada por las amigas. En el caso del hombre no es así. La red que debería sostenerlo no lo hace. El hombre recurre más al silencio", agregó.
Uno de los psicólogos consultados afirmó que las mujeres suelen adquirir una actitud más aguerrida y más versátil ante la búsqueda de trabajo.
Vientos de cambio
Sin embargo, en el nuevo escenario laboral los papeles parecerían estar emparejándose.
"Para la mujer colombiana haber conseguido cierta independencia económica la saca del lugar que le dio la cultura patriarcal. Que pueda ocupar un lugar a la par del hombre eleva su autoestima y funciona como reinvindicación transgeneracional". Perder el trabajo significa un retroceso de la conquista laboral.
Además, en una sociedad en la que, según Quintero, el dúo éxito-fracaso suplantó en importancia al de verdad-falsedad, la sensación de exclusión es grave para todo individuo.
Agregó que en ambos casos se produce un cuestionamiento de la identidad laboral. "Piensan que no sirven para trabajar de lo que estudiaron. Deben tomar conciencia de que se trata de un hecho social. No es algo que hicieron y que provoca la pérdida del trabajo", amplió.
Las reacciones no se pueden generalizar ni dependen enteramente del género: variación con cada persona, situación económica, formación, experiencia y edad. Pero conocer las propias maneras de actuar ante la pérdida del trabajo puede contribuir a superar y dejar atrás rápidamente una situación traumática.
Comentarios