Increíbles historias que suceden en el trabajo

 

El Empleo Noticias
2019-11-01T17:21:15-05:00

Todo ser humano ha renegado alguna vez del trabajo que tiene o por el que no tiene, pues gran parte de nuestra vida se consume en los ires y venires del mundo laboral. En cualquier parte suceden cosas increíbles y nefastas, no importa dónde se encuentre, comenta el editor de nuestro portal.

Noticias laborales / 24 de septiembre de 2019

Mientras medio mundo valora el emprendimiento galopante del siglo XXI y unos pocos viven trabajos de ensueño, millones de personas se quejan porque las condiciones laborales están lejos del paraíso. Hay una verdad irrefutable y es que no hay trabajo para todos. Quizás por eso, muchas personas aguantan lo inimaginable con tal de no perder su puesto, su sustento. 

Por fortuna, no todas las oficinas son purgatorios. En Tokio, por ejemplo, una empresa de consultoría de mercadotecnia decidió darles más días de vacaciones a los trabajadores no fumadores. La historia fue así: una persona que no aspiraba nicotina en la oficina dejó la recomendación en el buzón de sugerencias, el CEO la vio y la atendió. Como la compañía queda en un piso 29, salir a fumar un cigarrillo significaba 15 o 20 minutos de ocio ¡y eso no se podía permitir!

Si de salud en el trabajo se trata también podríamos ir a Estocolmo. “Empresas suecas despiden a los empleados que no se ejerciten”. Así tituló El Tiempo esta noticia en marzo del año pasado. Una compañía que obliga a sus trabajadores a hacer una hora de entrenamiento a la semana es de primer mundo. Y no es ilógico porque los objetivos están justificados: así hay mayor productividad, rentabilidad y mejor convivencia.

Tampoco hay que abusar de los permisos, claro está. (¿Es mala mucha flexibilidad laboral?) No son pocos los trabajadores abusivos y confianzudos que se ven a diario en las empresas. Los hay de todo tipo. Si al “regalado” le preguntan: “¿Eres lambón en la oficina”, este es capaz de contestar: “Déjame decirte primero que es muy buena tu pregunta”.

En este sinfín de personalidades están igualmente los osados. Recuerden al resonado empleado de Twitter que se despidió de su trabajo desactivando la cuenta de nada menos que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.  Durante 11 minutos Trump dejó de existir en Twitter (¿Una dicha?). Al comienzo, la todopoderosa red social achacó lo sucedido a “un error humano”, no obstante, luego reconoció que la desactivación “la hizo un empleado de atención al cliente en su último día de trabajo”. Fue “por culpa de un trabajador deshonesto”, trinó luego el hombre de rubia –y aún dudosa- cabellera. 

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Al hablar de Twitter no todo es malo, ni más faltaba. Aquí también se pide y se encuentra empleo. “Estoy buscando trabajo. Soy maestro y vivo en Málaga, pero trabajo de lo que sea donde sea”, tuiteó un español llamado Juan Carlos Cano, hombre entonces de 32 años aquejado por estar un año sin laburo por culpa de una lesión en el hombro. Al final de su exitosa acción digital, recibió más de 30 ofertas laborales y se decantó finalmente por una vacante del sector financiero. Luego borró el mensaje.

El circo laboral

En este espectáculo se muestran escenas cómicas, pero también dramáticas. “Lo malo no es el trabajo, lo malo es tener que ir a trabajar”, sentenció Don Ramón, aquel personaje de El chavo del ocho. Los eufemismos, como los chistes, están en el entorno laboral a la orden del día: a los despidos masivos los llaman “reestructuración”; al fin del vínculo laboral le dicen “ajuste” y qué decir de las “sinergias” o de la “integración de áreas”... Todo conlleva a una puerta de salida que generalmente se abre los viernes en horas de la tarde. No lo dude: ¡el viernes es el día de los despidos! (Aquí puedes averiguar por qué).

Cierto es que el trabajo también puede ser un infierno.

En mayo de 2019, la ONG Oxfam denunció a una industria avícola porque no les permitía ir al baño a sus empleados. Fue tal su abuso que los obligaba a usar pañales para que no se ausentaran y no disminuyera nunca la producción. Hay unos excesos abrumadores, una mano de obra explotada por ricas multinacionales en países emergentes y unas decisiones personales que varios considerarían ridículas. Así tituló también El Tiempo una noticia el primero de agosto de 2017: “Empresa 'gringa' pondrá microchips a empleados”. Lo más curioso es que los trabajadores voluntariamente “aceptaron reemplazar el tradicional carné empresarial por este diminuto adminículo”. ¿Harías tú algo similar?

Este año, la agencia de noticias EFE trajo también a colación un caso aterrador, el de Miwa Sado, reportera de 31 años, que murió de un ataque cardiaco tras trabajar 159 horas extras en un mes. Laboraba en el canal japonés de televisión estatal NHK, que luego se comprometió a reformar sus prácticas laborales. ¡Qué (in)mundo el que vivimos! En la otra orilla, en España, despidieron a un empleado por trabajar más horas de la cuenta. La decisión de supermercados Lidl, en Barcelona, se basó en que “cada minuto que se trabaja, se paga, y cada minuto que se trabaja debe quedar registrado”. Es lo correcto.

Verdades en la cara

No nos digamos mentiras: todos hemos tenido un pésimo jefe. Otros más desdichados han sufrido al jefe vago, abusador, gritón e, infortunadamente, hasta el acosador. Basta recordar lo que sufrieron –y siguen sufriendo- las mujeres de mano de hombres depredadores que hoy están en la palestra gracias al movimiento #MeToo.

En video: Acoso sexual: ¡Que no te pase esto en el trabajo!

Ilegalmente, algunos empleadores han obligado a las mujeres a usar tacones en el trabajo. No pocas veces se han hecho virales fotos de pies maltratados. Kate Hannah, británica de 22 años, dijo ser despedida por ir al trabajo sin brasier y la noticia traspasó fronteras gracias a las redes sociales.

Pero también hay esperanza en la humanidad.

Madalyn Parker, una desarrolladora web e ingeniera informática en Estados Unidos, le envió un correo a su jefe diciendo que no iba a ir dos días a la oficina porque necesitaba “concentrarse en su salud mental” y su jefe le respondió algo que para muchos fue extraordinario: “Solo quería agradecerte que me envíes correos como este. Cada vez que lo haces lo utilizo como un recordatorio de la importancia que tiene tomarse dos días libres por temas de salud mental. No puedo creer que esto no sea la práctica habitual en todas las organizaciones. Eres un ejemplo y nos ayudas a superar el estigma para que podamos dar lo mejor de nosotros mismos en el trabajo”. Esta historia en Twitter contó con casi 40.000 ‘likes’ y más de 15.000 ‘retuits’.

En el mundo laboral pasa de todo. ¿Sabías que los salarios en Google los programa un algoritmo? Todo para que no haya discriminación entre lo que se le paga a un hombre y una mujer. Aunque hace poco el buscador reconoció que sí escuchaba –aunque en un porcentaje muy bajo- nuestras conversaciones por medio de su asistente virtual, para este caso asegura que el sexo no hace parte de los datos que maneja. Importan –como debería ser- el cargo, el logro de los objetivos y el nivel profesional. De hecho, van más allá: aseveran contar siempre con al menos una mujer antes de iniciar un proceso de selección. (Por esta razón Google es la empresa de los sueños de los jóvenes colombianos)

Aunque es un hecho que no se ofrecen los trabajos que la humanidad requiere, de vez en cuando aparecen verdades que fortalecen el optimismo. El futbolista Davide Astori murió en la concentración de su equipo, la Fiorentina, y el equipo decidió seguirle pagando el salario a su familia.

Otra frase por sí sola ilusiona. El multimillonario fundador de Virgin, Richard Branson, aseguró que “la clave del éxito es una semana laboral de tres días”. Se estima que el aglomerado Virgin Group emplea en más de 50 países a 69.000 personas, las cuales seguramente han trabajado mucho más tiempo que lo que su líder pregona. En esa misma línea, otro rico, Carlos Slim, ha propuesto una jornada laboral de tres días a la semana, de once horas diarias. ¿Te gustaría trabajar así? Bueno, falta mucho trecho para que las empresas lograran asimilarlo y, por supuesto, aceptarlo.

Colombia mágica

Este país sufre lo de tantos otros en materia laboral. El desempleo afecta a miles de personas. La informalidad -que se cuenta aquí en cifras oficiales como trabajo- es notoria en la calle. La actual ministra de Trabajo en Colombia, Alicia Arango, ha dicho que quiere legalizar el trabajo por horas en el país. Así, sostiene, se podría formalizar más el empleo, aunque otros sugieren que haría todo lo contrario.

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En las calles de Bogotá, mientras tanto, no se puede hacer un viaje en Transmilenio sin que se suban vendedores a ofrecer todo tipo de artículos o incluso a entonar una canción que motive a los pasajeros sacar unas monedas del bolsillo. Terminado el viaje en Transmilenio, en las calles, se postran decenas de personas que esperan hacer domicilios en bicicleta como medio para ganar un sustento.

En Colombia, ya se ha dicho, está pendiente una reforma pensional. Actualmente, en este país una mujer debe tener 57 años para poderse pensionar y un hombre, 62. Para esto, debe cotizar 1.300 semanas de trabajo, aproximadamente 25 años. Digámoslo así: debe trabajar 219.000 horas para gozar de una pensión. Jubilarse viene de la palabra júbilo, de felicidad.  Y esa sonrisa, literalmente, no es para todo el mundo.


Por: Javier Borda Díaz

Contenido@elempleo.com

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