El tema resulta de gran importancia para la resocialización y vida productiva de los reclusos si se tiene en cuenta que en el país hay 137 centros carcelarios con capacidad para 77.874 personas y para abril de este año se calcularon cerca de 120.000 presos, lo que representa 53,3 por ciento de hacinamiento, según un informe del Inpec.
De hecho, el programa de teletrabajo en las cárceles es un mecanismo significativo para contribuir a la reintegración de las personas en la vida civil, adquirir capacitación y percibir un ingreso económico durante su reclusión.
Desde 2011, los ministerios de Trabajo, Justicia y de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones han desarrollado estrategias para implementar el teletrabajo en los centros penitenciarios. El primer piloto se realizó en la cárcel Distrital de Bogotá, donde hay 60 mujeres capacitadas en temas de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y competencias específicas para el trabajo remoto.
Recientemente, las cárceles de Tunja, San Andrés y el Buen Pastor se sumaron a la iniciativa, en la que se capacitarán y vincularán laboralmente a 300 hombres y mujeres privadas de la libertad.
Para el desarrollo de las labores se instalarán puntos de ‘Vive Digital’ en cada penitenciaría, que funcionarán como centros comunitarios de acceso a Internet para promover el uso de las herramientas en materia de formación y trabajo.
Una vez estén en funcionamiento dichos puntos, las cárceles tendrán un servicio de banda ancha avanzado, computadores de última generación y se iniciará la capacitación de algunos internos e internas en temas de tecnología, afirma Enrique Borda Villegas, viceministro de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo.
De forma paralela se crearán convenios con diferentes empresas que requieran servicios de teletrabajo, adicional al acuerdo existente para desarrollar algunas tareas con el Distrito Capital.
El teletrabajo permitirá que los presos se desempeñen en cualquier labor que no sea productiva e implique transformación de materiales, como áreas de:
- Call center.
- Contabilidad.
- Organización de personal.
- Digitación de documentos.
Cada cárcel, de acuerdo con sus normas internas, lleva a cabo un proceso de selección para elegir a las personas que pueden beneficiarse con esta modalidad. Sin embargo, es fundamental la voluntad e interés del recluso para ejercer el trabajo y resocializarse, además de saber leer y escribir.
Las restricciones que impone el Código Penitenciario para el teletrabajo son claras en la prohibición de pactar un contrato laboral, pero sí admite una relación de prestación de servicios remunerada.
“Cada una de las cárceles fija el procedimiento de cómo se hace el acuerdo entre el recluso y la empresa contratante. Está claro que no puede ser un contrato en términos del Código Sustantivo del Trabajo”, explica el Viceministro.
Desde el punto de vista tecnológico, el Inpec y el Ministerio de las TIC están fijando los parámetros técnicos sobre el uso de la web para que no se presenten problemas de seguridad. “Es limitada la entrada a Internet y las comunicaciones hacia el exterior”, precisa Borda Villegas.
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