Los exitosos resultados de las reformas económicas y sociales en los Países Bajos atraen la atención de muchos en el exterior. Un compromiso de Gobierno, patronos y trabajadores. Durante los últimos años, los Países Bajos están atrayendo la atención mundial por su ejemplar política de empleo.
Son sobre todo dos cifras las que admiran otros países: el porcentaje de desempleo es actualmente algo inferior al 4 por ciento y el incremento económico se elevó en 1997 por encima del 3 por ciento (en el primer trimestre de 1998, esta cifra fue incluso de un 4,3 por ciento).
Una cosa está muy clara en los Países Bajos: un incremento de los puestos de trabajo sóo se genera a través de medidas conducentes a una mayor exoneración de los patronos y de los asalariados, así como mediante una constante adaptación a los desarrollos económicos globales y nacionales.
Para ello, se requiere la voluntad y la disposición al compromiso de todas las partes interesadas. Pero, en primer término, los Países Bajos deben su nivel superior de empleo a la circunstancia de que el ciudadano holandés medio se conforma con unos ingresos más bajos.
El milagro
Hace 16 años, la economía neerlandesa despertó gran interés. Pero, mientras se hablaba de la enfermedad holandesa, hoy se habla del milagro económico neerlandés.
Este milagro, desde luego, consiste en que el Gobierno, los patronos y los trabajadores se percataron a tiempo de que la gran crisis en la que se habían precipitado sólo podía ser superada mediante una acción conjunta, y de que una bancarrota del Estado sólo sería evitable mediante la disposición de todas las partes interesadas a aceptar un compromiso.
Esta conciencia social ha llevado por último a un ámbito político en el que fue posible tomar medidas drásticas. Así los patronos se declararon dispuestos, en el curso de los años, a tomar por su cuenta los costos del seguro de salario en caso de enfermedad, por incapacidad laboral y por paro o desempleo.
Los asalariados, por su parte, han aceptado durante años una disminución de los incrementos salariales reales. Estas medidas dieron el impulso inicial a las oportunas reformas políticas, económicas y sociales, que representan hoy una vía intermedia entre el Estado social de la Europa Continental y la economía libre de mercados de corte anglosajón.
Antecedentes
Los Países Bajos se habían convertido en la década de los ochenta en un Estado del bienestar que era imposible de financiar. Las finanzas públicas estaban fuera de control y entre 1980 y 1983 desaparecieron anualmente 100.000 puestos de trabajo.
Los Países Bajos se encontraban, pues, a comienzos de la década de los ochenta en una situación económica insostenible. No sólo el Estado, sino también los patronos y los trabajadores sabían que era inevitable la toma de medidas drásticas.
Todos estaban de acuerdo en que los presupuestos básicos estructurales de orden socioeconómico constituyen el presupuesto imprescindible de una política de empleo conducente al éxito. Y también que las medidas de creación de puestos de trabajo sólo pueden servir como marco y no como objetivo primario.
Las medidas
En un primer paso se exoneró el presupuesto del Estado reduciendo numerosas prestaciones sociales del 80 al 70 por ciento del último salario percibido. Los sueldos de los funcionarios públicos fueron reducidos en un 3 por ciento.
Al mismo tiempo se congelaron por un período de 10 años en su nivel actual todas las prestaciones sociales, el salario mínimo interprofesional y los sueldos en el sector de los servicios públicos. La disminución de los gastos públicos que ello trajo cons...
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