Las habilidades sociales pueden marcar la diferencia entre dos aspirantes a un mismo cargo que tengan una formación profesional similar y los más altos niveles académicos en prestigiosas universidades.
Las competencias blandas, tales como empatía, buenos modales, capacidad de negociación, espíritu de colaboración, puntualidad y una buena dosis de optimismo, por solo mencionar algunas, aportan una valoración especial que complementa los diplomas.
También se requieren habilidades psicológicas incluidas en el concepto de inteligencia emocional, que no solo permiten apreciar las emociones propias y expresarlas adecuadamente, sino entender también las emociones de los demás; toda esa información ayuda a orientar el pensamiento y el comportamiento hacia metas plausibles.
En el mercado laboral se considera que estos atributos facilitan la interacción con otras personas, lo que incide en la generación de un ambiente de trabajo más grato y, a la larga, favorece un clima organizacional de entendimiento y cooperación.
1. Habilidad de comunicación
Dentro de las competencias blandas esta es una de las que sobresale, pues de una comunicación fluida depende, en gran medida, el éxito de los proyectos. Saber expresar claramente qué es lo que se desea y cómo se puede lograr; tener el llamado ‘poder del lenguaje’ para hacerse entender tanto con sus similares como con sus subalternos o superiores, constituye un elemento de gran valor en el entorno laboral.
Consejo: El primer paso para poder alcanzar una meta es visualizarla, así es posible comunicarla a otros y ganarlos para que se integren al proyecto con entusiasmo.
2. Capacidad para trabajar en equipo
El poder llevar a cabo tareas en grupo, sin 'acabar' con el compañero, sino más bien mostrando espíritu de colaboración, es un valor agregado de gran importancia en las organizaciones. Esta habilidad implica también tener dotes de liderazgo y dejar de lado la competencia entre miembros del mismo equipo, en función de destinar toda la energía al logro de la meta propuesta.
Consejo: Lograr cumplir los plazos asignados cuando se trabaja en equipo es un elemento que aumenta la valoración de todos los integrantes.
3. Aceptación de las críticas
Esta es una de las habilidades más difíciles de conseguir, en especial en los trabajadores jóvenes, que suelen ser volátiles, y en algunas personas adultas porque consideran que han aprendido todo, en virtud de que tienen experiencia y años de servicio. Por ende, quien tiene capacidad para aceptar las críticas sin ponerse a la defensiva y, además, generar los cambios necesarios para que no haya nuevos reclamos, sobresale del resto de los perfiles laborales en cualquier empresa.
Consejo: Es valioso esforzarse cada día por adquirir nuevas competencias y ser mejor; formarse continuamente y cultivar la inteligencia emocional.
4. Toma de decisiones
La proactividad y la capacidad para enfrentar los problemas desde múltiples ángulos constituyen una de las competencias blandas más valoradas. Dentro de las organizaciones se requiere de personas dispuestas a innovar, a solucionar inconvenientes y a decidir a tiempo cuando se presenta un problema. Quedarse de brazos cruzados y esperar que la más alta gerencia tome las decisiones no es considerado una señal de respeto al superior o a la jerarquía organizacional, sino una falta de iniciativa.
Consejo: Mantener la calma, aunque la situación que se presente genere mucho estrés, siempre ayuda a encontrar la solución idónea.
5. Actitud positiva
Esa persona que llega a la oficina de buen humor, que saluda a los compañeros con afecto y respeto, que se interesa sinceramente en su entorno y en la empresa, que asume compromisos dentro y fuera de la compañía, constituye un valioso activo humano. Mantener una actitud positiva genera un ambiente de trabajo grato y, además, aumenta la productividad del equipo.
Consejo: La autoconfianza se proyecta y genera credibilidad en las personas del entorno, lo que las hace proclives a involucrarse de mejor forma en los proyectos.
También es importante, en estos tiempos de competitividad, mantener los valores éticos y recordar que se puede ascender sin pasar por encima de los otros. El compañerismo y una moral en alto, constituyen un valor agregado.
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