Según el DANE, en los centros poblados y rural disperso de Colombia habitan poco más de 11.6 millones de personas, (esto es el 23% de la población total del país), la mitad son mujeres, 1 de cada 4 son jóvenes y poco más de 3 millones de personas pertenecen a los grupos étnicos. Las principales actividades económicas en estas zonas son la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca. (Mira las mejores ofertas de trabajo, solo debes registrarte)
8 de cada 10 trabajadores rurales trabajan de manera informal. Una cifra preocupante, teniendo en cuenta la estrecha vinculación entre informalidad laboral, bajos ingresos y una débil protección social. La gran mayoría del empleo rural se lleva a cabo en unidades económicas con baja productividad, que no garantizan condiciones de seguridad y salud en el trabajo. En los últimos 70 años, Colombia ha visto una migración masiva de jóvenes rurales hacia las ciudades.
Las mujeres rurales son quienes enfrentan los mayores desafíos. Durante el primer semestre de 2023, sólo una de cada 5 mujeres en edad de trabajar estaba participando en el mercado laboral, mientras 4 de cada 5 hombres lo hacía. Los niveles de desempleo de las mujeres rurales son casi el triple en comparación con los hombres. Este panorama es el reflejo de que son ellas quienes asumen la mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados y suelen enfrentar mayores desafíos para acceder a la tierra, la financiación, la tecnología y los mercados, así como a mejores condiciones de trabajo. (¿Estás buscando empleo? Registra tu hoja de vida aquí)
Si bien de los grupos étnicos no se cuenta con la información desagregada para las zonas rurales, en general sus indicadores también son uno de los más desfavorables del mercado laboral según los datos más recientes del DANE. Aunque la población indígena presenta tasas de desempleo más bajas (8 %) que la población afrodescendiente (14 %), su tasa de informalidad es 14 puntos porcentuales más alta (83 %) explicado en parte por encontrase esta población concentrada mayoritariamente en el área rural dispersa del país, caso contrario de la población afrodescendiente que se concentra principalmente en las cabeceras municipales y ciudades. Las mujeres nuevamente son las más afectadas, particularmente las mujeres afrodescendientes presentan una tasa de desempleo del 20 %, mientras que las mujeres indígenas reportan el 10,2 % y las no étnicas el 13, 7 %.
Todo lo anterior se refuerza con la baja productividad en la ruralidad. Un indicador como la Productividad Total de los Factores (PTF), mide el crecimiento de la productividad agrícola con la adopción de tecnologías innovadoras o prácticas laborales eficientes para incrementar la producción con la misma o menor cantidad de recursos. Según el Informe GAP (2023), en los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú) la PTF agrícola ha experimentado notables descensos, reduciéndose de un 2.0 % anual entre 2001-2010 a un 0.79 % anual en 2011-2021. Para el caso de Colombia, la PTF en el sector agrícola reportada por el DANE (2022) descendió significativamente a -2,31 %. (¿Aún no estás registrado en elempleo.com? Acá podrás iniciar la búsqueda de trabajo)
La OIT considera que las políticas locales de desarrollo productivo (PDP) y políticas locales de desarrollo empresarial (PDE) son estrategias que los países pueden implementar para combatir la informalidad en la ruralidad, impulsando la transformación productiva de las MiPymes y, consecuentemente, lograr la transición a la formalidad de aquellas que tienen cierto potencial para insertarse en cadenas de valor formales.
Siguiendo lo anterior, instancias de diálogo social a nivel territorial que incluyan a las autoridades locales, las organizaciones sindicales rurales, organizaciones de empleadores son clave para abordar las dificultades que afectan la productividad y la capacidad de generar trabajo decente de un sector o cadena de valor; enfocándose en la implementación de soluciones sostenibles. La participación de organizaciones rurales de base comunitaria y de la economía popular, complementan bien el esfuerzo compartido impulsando procesos de producción sostenibles, mejorando la productividad y comercialización, fortaleciendo sus procesos asociativos, la generación de ingresos, ampliando la cobertura y calidad de la protección social, entre otros. (Haz una actualización en tu hoja de vida)
Otro factor crucial, es potenciar las oportunidades de la transición hacia una economía más verde. Una investigación de la OIT ha determinado que, en sólo uno de los sectores de la economía verde, la bioeconomía, se podrían generar 5,9 millones de empleos, de estos, más de 3 millones podrían estar en el sector agropecuario aprovechando específicamente la biomasa, que es capaz de generar energías renovables y combustibles. Así como este, sectores como el de las energías renovables, principalmente la solar fotovoltaica y la hidroeléctrica; la farmacia y cosmética natural; el turismo de naturaleza, etnoturismo y agroturismo; entre otros, podrían convertirse en grandes generadores de más y mejores empleos en todo el territorio, muy especialmente para las regiones habitadas por los pueblos indígenas, dando cumplimiento a las disposiciones del Convenio 169 de la OIT. (Acá puedes registrar tu hoja de vida y encontrar trabajo)
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