Preste atención. La próxima vez que vea a dos personas comentando sus experiencias sobre qué puede ocurrir cuando se juntan más de dos individuos para trabajar en algo, probablemente escuchará cosas que pueden encuadrarse bajo los siguientes mitos:
1. "En un equipo no debe haber ni líderes ni seguidores, todos han de ser iguales"
2. "Lo importante es que todos trabajen juntos. Lo que aporte individualmente cada uno no cuenta"
3. "Si se ponen juntas a varias personas con un potencial muy grande, se obtiene un grupo de alto potencial"
4. "Se necesita mucho tiempo para que un grupo se forme y produzca resultados"
5. "Tomar decisiones por consenso es la mejor forma para crear grupos eficaces"
6. "En un equipo, todo el mundo es responsable de todo lo que pase"
Superando viejos mitos.
Todos hemos participado en equipos alguna que otra vez. Y todos hemos tenido experiencias buenas y malas en ellos. El caso es que ahora le han encargado crear un equipo de trabajo; o va a formar parte de uno nuevo. Y no quiere que le ocurra como aquella ocasión en que le pidieron hacer un caballo, y gracias al esfuerzo conjunto (ya se sabe, varias cabezas piensan más que una), salió al final un camello con tres jorobas y cinco piernas. Tome un papel activo y responda a la siguiente pregunta: ¿qué cosas hay que dejar claras antes de ponerse a trabajar en equipo?
No olvide (como suelen hacer casi todos) que el trabajo en equipo no comienza con la reunión de presentaciones de objetivos y entre los miembros. Antes hay que tomar unas decisiones que evitarán el desastre. Y ayudar a tomar las decisiones adecuadas es la meta: nosotros hemos visto equipos funcionando bien y mal, hemos preguntado a afectados por equipos inoperantes y hemos acabado reuniendo aquí algunas conclusiones que creemos dignas de tomar en cuenta.
Mito 1. En un equipo no debe haber ni líderes ni seguidores, todos han de ser iguales.
Respecto a este mito, resulta que muchas organizaciones han eliminado mandos con la idea de que así se favorece la comunicación y el trabajo en equipo. Pero si sólo se plantea como finalidad la desjerarquización y poco más, entonces se crea el caos, y hay que dar marcha atrás restaurando alguna forma de dirección.
Ahora bien, no vale cualquier tipo de dirección. El siguiente obstáculo viene cuando los supervisores de primera línea pasan a ser, de la noche a la mañana, responsables de un equipo. Si se dice que un equipo puede tardar tiempo en formarse y aprender a funcionar juntos, ¿no ocurrirá lo mismo con quien tenga que liderarlo? ¿Es que es un comportamiento genéticamente adquirido conseguir que un grupo de personas alcance consensos, se comprometan con un objetivo, resuelva problemas, facilite la comunicación, persuada?? No tiene sentido pedirle algo a alguien si no se le ha enseñado a hacerlo.
Mito 2. Ahora lo importante es que todos trabajemos juntos. lo que aportemos cada uno, individualmente, no cuenta.
Conviene no olvidar que un equipo está formado por los miembros individuales más las dinámicas que ocurren cuando trabajan juntos. La clave para que un equipo funcione bien reside en usar el poder que se genera para coordinar las acciones individuales.
Por eso, el segundo mito no puede ser más falso. Se necesita dar libertad y poder para actuar a los miembros individuales si se quiere que el equipo, como un todo, pase a la acción. Ahora bien, ¿saben los líderes que significan "dar empowerment"? Si un líder simplemente deja hacer, el resultado no es empowerment sino abdicación: en la idea de que el equipo ha de encontrar su propio camino, no comunica claramente claramente.
Comentarios