Salir a conseguir trabajo es un gran reto, sobre todo, cuando no se tiene una experiencia laboral significativa. Este es el caso de la mayoría de recién egresados, quienes generalmente solo cuentan con una pasantía o práctica profesional de seis meses.
La experiencia de cada uno de los jóvenes profesionales varía según la carrera cursada y las oportunidades que se les han presentado en los comienzos de su etapa profesional.
Debido a la falta de oportunidades y la necesidad de emplearse, muchos jóvenes llegan a emprender, desempeñarse en otras plazas y cargos que distan de la carrera que estudiaron y la proyección laboral con la que contaban inicialmente. Ese es el caso de María Camila Gómez Rozo, de 23 años, economista de la Universidad del Cauca, quien tardó 10 meses en conseguir trabajo, pero en algo que no corresponde con lo que estudió.
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Para Gómez, en Colombia es tarea compleja emplearse. Según ella, “las empresas privadas buscan personal con cierto nivel de estudios y un tiempo mínimo de experiencia, lo que limita a los recién graduados o la población que ha decido continuar con estudios más avanzados”. Además, considera que se necesitan contactos para acceder al sector público, donde también “son muy pocas las personas que pasan los filtros y son contratados”.
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Otros estudiantes tienen la fortuna de contar con el apoyo del círculo universitario o personas que los ayudan a posicionar mejor. “Afortunadamente, conseguí empleo antes de mi grado gracias a la recomendación de una amiga y un docente de mi universidad”, comenta Natalia Vergara, ingeniera de diseño de producto de la Universidad EAFIT. Vergara considera que “es bastante difícil conseguir trabajo para carreras ‘tradicionales’ como derecho, administración y psicología, ya que existe una gran oferta pero muy poca demanda”.
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“Para el caso de la medicina, el recién egresado requiere de un año rural posterior a la graduación para obtener la tarjeta profesional. Si bien no todos los profesionales quedan elegidos para un rural, algunos son enviados a sitios donde la situación laboral no es la ideal, los salarios no son puntuales y las condiciones para la ejecución de la profesión son vulneradas”, comenta Sergio Alarcón López, médico de 22 años y egresado de la Fundación Universitaria Sanitas.
Las prácticas laborales suelen ser un ‘trampolín’ para muchos estudiantes, quienes se destacan y buscan ser contratados cuando finaliza el periodo de trabajo establecido por cada universidad.
Alarcón, quien espera por su tarjeta profesional para poder desempeñarse legalmente, explica que entre los médicos a puertas de graduarse “existe un grupo que queda exonerado durante el sorteo para el rural, que es realizado por el Ministerio de Salud. Por eso, si bien se obtiene la tarjeta profesional, al momento de presentar una hoja de vida es difícil lograr un puesto laboral debido a la falta de experiencia asistencial, de manera que muchas veces el rural se torna una obligación para debutar en el campo laboral”.
Aunque ‘ser joven’ y no tener una experiencia consolidada parece un limitante, hay quienes consideran que es una ventaja en el mundo laboral. El ‘obstáculo’ en ser recién graduado “es la falta de experiencia, pero la oportunidad es la disposición que tenemos para aprender, la capacidad para innovar e imprimir creatividad a los procesos. Hoy en día las empresas valoran más la aptitud y actitud en un proceso de selección y no solo el conocimiento”, advierte Camila Muñoz, diseñadora industrial de 23 años graduada de la Universidad Icesi, quien consiguió trabajo en mes y medio antes de terminar su práctica.
La situación de muchos de estos jóvenes se ve reflejada con las cifras que proporcionó el Dane para el trimestre abril-junio, con una tasa de desempleo juvenil del 17,2%. De igual manera, los universitarios fueron quienes más buscaron trabajo en el segundo trimestre del 2019 según el Informe de tendencias laborales de elempleo.com, con un total de 5.558.975 aplicaciones a las ofertas publicadas en el portal.
Aunque los entrevistados hacen parte de la generación de los ‘centennials’, población que se distingue por un elevado conocimiento en el uso de redes sociales y tecnología, concordaron que prefieren compartir sus currículos con contactos que puedan referenciarlos o en otros casos prefieren comunicarse directamente con las áreas de recursos humanos de la empresa en la que desean trabajar.
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