Cuando se habla del fenómeno del ghosting laboral, se hace referencia a una práctica tan común en candidatos que no llegan a la entrevista, contratados que no aparecen el primer día o trabajadores que, sin previo aviso, dejan de presentarse a las instalaciones de una empresa.
Aunque parezca una práctica poco probable, esta conducta está lejos de ser ficción. Y lo más inquietante es que ocurre con más frecuencia en las principales compañías.
¿A qué responde esta tendencia?
En primer lugar, existe una desconexión con la idea de compromiso y una percepción distorsionada del trabajo como algo pasajero y fácilmente reemplazable.
Sin embargo, en muchas ocasiones, este tipo de conductas se evidencian en las empresas que maquillan vacantes, venden promesas infladas y olvidan que un proceso de selección es bidireccional. Si desde el inicio no hay verdad, no puede haber vínculo.
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El ghosting laboral puede parecer una salida fácil, pero deja una serie de consecuencias difíciles de omitir, como, por ejemplo: la desconfianza, tiempo perdido y recursos desperdiciados.
En estos tiempos en donde las conexiones son tan cambiantes, tal vez lo más disruptivo sea elegir quedarse, dar la cara y construir relaciones laborales con la misma seriedad con la que se exige el respeto.
Algunos trabajadores deciden recurrir a esta práctica porque en muchas ocasiones tienen miedo a enfrentarse a un superior y tampoco saben cómo decir que renuncian. Por su parte, otros explican que suelen ser personas que se encuentran en mercados laborales donde la tasa de desempleo es baja, por lo que no tienen miedo a cambiar de trabajo o encontrar algo mejor.
En algunas ocasiones también se produce porque las ofertas de trabajo no son transparentes y cuando finalmente acuden a la empresa el primer día, descubren que poco tiene que ver con lo que se les prometió.
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