Es domingo, como es habitual ella toma el periódico y revisa los clasificados en busca de las oportunidades que no halló en Cartagena y en razón de las que decidió abandonarla hace siete años. Allí se graduó como filósofa, pero esto no le bastó para encontrar empleo.
Su opción entonces fue trasladarse a Bogotá, lugar en el que Yleana Hoyos, de 34 años de edad, intentó tomar nuevos rumbos profesionales cursando una Especialización en traducción de inglés y español. Esperaba que esto representara la apertura en una ciudad que se le dibujaba esquiva.
Así, la posibilidad de hacer un despegue en su trayectoria laboral se la brindó una importante aerolínea en la que se desempeñó como agente bilingüe. Sin embargo, entre su retiro y hoy han pasado cuatro años sin trabajo.
Han sido cuatro años en los que, de lunes a viernes, su ocupación se bifurca entre las tareas propias del hogar, la búsqueda de ofertas de empleo a través de Internet y el repaso de los conocimientos adquiridos.
Yleana desea hallar trabajo como maestra, pero reconoce que su falta de experiencia en pedagogía no se lo ha permitido.
?He presentado muchas entrevistas y pruebas. Desafortunadamente nunca me han llamado para decirme que fui seleccionada?, expresó.
Esta colombiana alimenta la cifra de personas desempleadas en el país que, para febrero de este año, se registró en 2 millones 512 mil.
Permanecer en esta situación no ha afectado solamente su desarrollo personal y profesional, sino también la calidad de vida de sus dos hijas y su esposo, quien hasta el momento ha sostenido las necesidades básicas de la familia.
No obstante, el panorama laboral de Colombia es tan complejo que para comprenderlo no basta con revisar la historia que nos muestra el desempleo en el rostro de una de sus protagonistas porque existen quienes tienen trabajo, pero no cuentan con los beneficios laborales a los que accede un empleado convencional.
Es el caso de Margarita Caviedes, correctora de estilo que actualmente pone en práctica sus conocimientos como lingüista en el grupo de comunicaciones de una universidad pública para la que será contratista por nueve meses.
Hace diez años, ella dejó el lugar calmado, lento, sin distancias y hogareño que añora; el lugar en el que permanece su familia y que le evoca el sabor dulce de los postres de su abuela: Popayán.
El tiempo que ha permanecido en Bogotá le ha servido para adelantar sus estudios de pregrado y maestría; así como para reunir dos años de experiencia en trabajos de freelance y prestación de servicios.
?Desempeñarme bajo estas modalidades tiene muchas desventajas. El pago de salud y pensión corre por mi cuenta, no tengo cesantías, vacaciones pagas o bonificaciones. Además, la entidad puede cancelar mi contrato en cualquier momento?, afirmó Caviedes.
En este ambiente de inestabilidad su única alternativa es conseguir contratos simultáneos para, como ella lo expresa, ?cuadrar platica?.
Margarita, de 27 años, hace parte del 51,5 por ciento de colombianos que conforman el indicador de ocupación en el país, más exactamente, del porcentaje de ocupados temporales que trabaja esporádicamente o por períodos no mayores a un año.
Para completar el retrato laboral del país está el ingeniero químico y padre de familia, Jhon Alexander Rueda, quien ya completa diez años de experiencia en áreas de logística, producción, planeación y calidad.
Actualmente es director de logística en una compañía productora de papel industrial y corrugados, a la que asiste de lunes a viernes, s...
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