Amores de escritorio

 

El Empleo Noticias
2002-05-22T07:00:00-05:00

Amores de escritorio

Investigación laboral / 22 de mayo de 2002

En la encuesta -realizada en Chile, Argentina, Colombia, México, Perú y Venezuela- el 31,8 por ciento afirmó haber tenido este tipo de relaciones alguna vez, sin especificar duración ni intensidad. Sin embargo, muchos son los casos en los cuales dos compañeros de trabajo no sólo se enamoran sino que establecen una relación permanente.

Tal es el caso de Marta Cecilia y Carlos. Se encontraron en su trabajo, empezaron a salir, el amor llegó y se casaron.

Hoy llevan tres años de matrimonio, tienen un hijo de dos y separan muy bien sus vidas en la oficina.

A veces almuerzan juntos y hablan para saber quién se encarga de llevar a su hijo al jardín infantil a medio día. Y por la noche, cuando salen, comentan los aconteceres laborales. Pero al entrar a su apartamento el trabajo no tiene cabida. "Somos una familia común y corriente", afirma Marta Cecilia.

"Que haya una separación de roles es muy importante", dice la sicóloga Martha Velandia. "Lo mejor es poner límites, para que la relación no se agote", sigue.

La clandestinidad

Pero no siempre la historia tiene final feliz. En muchos casos, el romance de oficina es clandestino, por varios aspectos, entre ellos el qué dirán de los compañeros y la necesidad de separar este espacio de los asuntos laborales.

En otros, el hecho de que una o las dos personas de la relación está (n) casada (s).

"La admiración por el trabajo del otro influye a la hora de enamorarse. Pero también aspectos como la convivencia en un sitio donde se pasa el 90 por ciento del tiempo, estar cerca, cumplir metas y mostrar capacidades, sirven de base para que exista una relación", afirma Velandia.

Hay otras parejas que deciden mantener escondida su relación, como Susana y Alberto, quienes estuvieron juntos dos años.

Él, aunque estaba separado, tenía un noviazgo formal y planes de segundo matrimonio. "Nos volvimos amigos y con el tiempo llegamos al sexo -dice Susana-. Nunca hablamos de decirlo o no en el trabajo, sencillamente aceptamos tácitamente que no íbamos a volver esto público".

Y así sucedió. En el trabajo se saludaban con la misma cordialidad, pero al menos dos veces a la semana amanecían juntos. "Él salía en su carro y yo tomaba el bus de siempre, aunque me insistiera en que no tenía nada de malo recoger a una vecina e irse juntos. Pero no me gustaba, separé esta vida y nunca me afectó", sigue Susana.

Por eso, el día que Alberto le dijo que se casaba con su novia, Susana no se sintió morir. "Nos habíamos dado lo que nos teníamos que dar. Ahí entendí lo bueno que había sido no mezclar nuestra relación con la oficina". Poco después, Alberto renunció y le perdió la pista.

Este es un caso excepcional, "porque para muchos es difícil esconder sus sentimientos. Ir a almorzar, encontrar similitudes en gustos y afinidades laboral, termina haciendo que las dos personas muestren una camaradería fuera de lo común, que lleva a sospechar al resto de la oficina", dice Sanabria.

"Y aunque en el trabajo haya registro de la verdadera personalidad y se conviva por largos espacios de tiempo, no es lo mismo que en la casa, donde lo bueno, lo malo y lo feo son parte del ambiente".

Según la encuesta, el 9,1 por ciento afirmó que en la actualidad sostiene un romance de oficina, mientras un 16,3 contestó que nunca las había tenido, pero no le importaría ennoviarse en el trabajo.

Sin embargo, un 42,8 por ciento dijo que este tipo de relaciones no le parecían apropiadas. "Más que un asunto de dignidad, es de cuidado, porque se puede salir de las manos, por los roles de fuerza, autoridad y superioridad. Controlar la situación entre...

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