18 de abril de 2016
Si estás más de 12 horas al día en la oficina, te llevas tareas a la casa, te encargas de más temas de los que te corresponde y descuidas tu vida personal por estar pensando todo el tiempo en tus labores, eres es un adicto al trabajo (o trabajólico) y sin pensarlo puedes perjudicar la relación con tus compañeros.
El trabajólico puede convertirse en una pieza importante o disfuncional en el grupo. Por un lado, el trabajador puede aportar un valor extra y mantener una actitud positiva hacia los otros, lo que no representa ningún efecto dañino; pero también puede ser apartado y juzgado especialmente si su adicción solo busca agradar al jefe o superiores.
Para María Victoria Gómez, consultora en Selección de personal, el impacto de un adicto en el equipo es negativo, porque genera en los demás integrantes la sensación de no dar su mayor esfuerzo sin ser cierto. (¿Estás buscando empleo? Tenemos para ti 32.000 ofertas de trabajo)
Sin embargo, en entornos que valoran la dedicación y el compromiso excesivo son vistos como trabajadores ideales y ejemplos a seguir, lo que puede desencadenar problemas en el clima y las relaciones laborales.
En ese sentido, Gómez recomienda definir con los integrantes del equipo cuáles son las metas y los estándares exigidos, de esta forma, todos se alinean con los objetivos del área sin importar el ritmo de trabajo individual.
Ana María Moreno, gerente de Recursos Humanos en Hays Colombia, recalca que la empresa puede realizar campañas de comunicación interna sobre la importancia del balance entre vida laboral y la vida personal y restringir los horarios de ingreso y salida de las oficinas.
Moreno advierte respecto al uso de redes sociales (como whatsapp) con los equipos y el manejo del correo electrónico, porque las personas pueden convertirse en esclavos de los celulares. “Se debe trabajar mucho en educar a los líderes para que desde ellos el ejemplo no sea de adicción al trabajo”, reitera.
Te puede interesar:
Comentarios