Al hacer parte de una compañía, surge el siguiente interrogante: ¿Trabajar para ser feliz o ser feliz para trabajar? Sin duda con la reactivación económica y el regreso paulatino a las oficinas, los colaboradores de diversas compañías definen si lo que se hace en el trabajo es lo que realmente lo apasiona.
Cabe destacar que se ha demostrado que la relación entre felicidad en un trabajo y resultados dentro de una organización son una realidad, tal y como lo comenta Diana López, co-fundadora de Flamingoto, empresa experta en potencializar el compromiso, la creatividad y en conectar a las personas en las empresas y experta en neurofelicidad:
“Sabemos que cuando las personas son más felices, son más creativas y la creatividad hace parte vital de la innovación”.
Sin duda, la felicidad y el liderazgo son dos piezas fundamentales en el cumplimiento de la planeación estratégica de las empresas, puesto que permite desarrollar la capacidad de escuchar y llevar a que las personas realmente accionen en pro del cumplimiento de objetivos.
Las personas que son más felices, química y biológicamente tienden a ser más creativas, flexibles, adaptables e innovadoras dentro de una compañía y ante la falta de compromiso, características como estas, son las que más se necesitan dentro de los equipos de trabajo.
Hay que aclarar que la felicidad difiere de la alegría. Según afirma Diana, “la felicidad es una decisión o una elección e impacta mucho en el entorno desde el cual esa persona la fomenta y se relaciona desde su individualidad”. Por su parte, la alegría en una persona tiende a ser momentánea y en caso de que algo ‘malo’ suceda, todo a su alrededor entra en caos y hay un desequilibrio.
Los colaboradores tienen que comprender que con el ser feliz en el trabajo influye de manera directa en los resultados de una compañía.
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