Pasó hace tiempo, pero Johanna Arévalo recuerda su experiencia con desagrado. “Hoy no entiendo por qué fui tan boba. Me gustaba lo que hacía, pero tuve un jefe que me presionaba, que extralimitó mis funciones y por eso terminé haciendo cosas increíbles, como llevarles dulces a las amantes, conseguirle apartamento para vivir y hasta comprarle el mercado”.
No se trata solo de abuso. “Lo que en el colegio llaman matoneo, en el trabajo se llama mobbing, la burla a las personas por su condición física, sexual, económica o social. Esas son las matrices que uno más identifica en términos de relaciones que hay al interior de las organizaciones”, dice Billy Escobar, decano de la Facultad de Ciencias sociales y secretario general del Politécnico Gran Colombiano.
“Este personaje buscaba en la empresa personas muy jóvenes que necesitaran aprender y tener experiencia y vendía las funciones extras al trabajo como supuesta muestra de compromiso”, recuerda Johanna.
“Normalmente el empleado piensa que es un tema de acoso y solo es necesario conciliar, pero va más allá porque los perjuicios que puede generar en la persona tienen un efecto patrimonial y la empresa es la responsable”, añade Escobar.
El caso de Johanna trascendió los límites, sin embargo, hay que prestarle atención a detalles de este tipo en el trabajo. Tal como les sucede a varios estudiantes a los que se la “montan” o se burlan en los colegios, en las empresas se debe detectar el mobbing a tiempo para tomar correctivos de inmediato.
Responsabilidades
Los empleados pueden ver estos ataques como algo normal, como una situación que no requiere de un proceso formal, pero estas acciones van más allá y los mayores responsables son los directivos.
De acuerdo con Escobar, no basta con tener un reglamento interno de trabajo para impedir el mobbing, es necesario adelantar campañas de prevención, de capacitación en donde los directivos de las empresas enseñen a tener un trato respetuoso.
“Es importante identificar conductas de sus trabajadores o situaciones que eventualmente puedan tener un efecto sobre la empresa. Además, hacer mediciones, porque los comportamientos de las personas de la organización afectan a los directivos de la empresa. Es decir, cualquier situación de acoso sicológico hace responsable al empleador o al dueño de la empresa”, concluye Escobar.
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