Aunque parezca un tema simple, no lo es, para nada. Un almuerzo laboral tiene más aristas que el solo hecho de desplazarse hacia un restaurante y compartir. Seguramente tú has estado en algún almuerzo de oficina y has visto situaciones en las que no todos están de acuerdo en la forma de pagar.
¿Se debe dividir por partes iguales? ¿El jefe debe poner más porque gana más? ¿Si hay un homenajeado, este no debe pagar y el resto del equipo asume su cuenta? ¿Se debe pagar de acuerdo con el ingreso salarial de cada uno? ¿Se deben realizar seguidos almuerzos de trabajo porque igual hay varias fechas especiales?
Viviana Barragán, especialista en Recursos Humanos, expresa que es importante, en estos casos, tener en cuenta la equidad. Si al almuerzo van trabajadores con salarios similares, la cuenta se debería repartir por partes iguales, dice. Pero si van a asistir desde el jefe hasta, por ejemplo, practicantes, hay que apelar a lo justo y dividir en porcentajes con base en los ingresos. Además, es clave encontrar un restaurante que se adecúe al presupuesto de los asistentes y, de igual manera, a sus gustos. El mejor consejo es establecer previamente cómo se va a pagar la cuenta, concluye Barragán.
El hecho de que una persona no asista al almuerzo porque no quiere o porque no tiene plata no es motivo para que lo hagan sentir relegado. Y si hay alguien con energía tóxica, hay que invitarlo para que comparta con el equipo y así mejoren las relaciones.
Felipe Buitrago, experto en felicidad corporativa, dice que “hay una situación en la que el equipo de trabajo sale conjuntamente por decisión a un almuerzo y, en ese caso, ellos van con un propósito, como desarrollar un proyecto, hablar sobre una temática, tener un espacio diferente, todo esto como equipo de trabajo. En ese caso lo más recomendable es que se paguen esas cuentas por igual, o sea, que se divida por el número de personas que hay”.
Asimismo, Buitrago comenta que existe otro tipo de situaciones por las que un equipo sale a almorzar, por ejemplo, el cumpleaños del jefe o de un compañero. También puede ser porque el superior quiere tener un detalle de reconocimiento con sus subalternos y los invita a comer. Claro está, definiendo con antelación que él invita y paga la cuenta.
Cuando es el cumpleaños de uno de los integrantes del equipo, según Buitrago, la recomendación es que el homenajeado no pague y el resto del equipo asuma por mitad la parte de él y, luego, cada uno pague el valor de su consumo individual.
El consejo es para todos: hay que ser prudentes con lo que se pide, no abusar y comprender la situación ajena. Infortunadamente, hay personas que piden unos platos que valen mucho más, piden entradas, repiten bebidas, mientras otros son más cautelosos con lo que ordenan. Ante casos así, el pago de la cuenta deber ser más justa. Si no es homenajeado y pide más, pague más.
“Si yo pido un salmón encostrado en salsa de maracuyá que vale 47.000 pesos, pues, dividir la cuenta por igual entre alguien, por ejemplo, que se comió unos fetuccini que valieron 22.000 pesos, no es tan justo”, ejemplifica Buitrago.
Claro está que en almuerzos de altas gerencias o directivos, es apenas normal que la cuenta se divida entre todos sin entrar en estos detalles.
En cualquier caso, es muy importante definir el alcance económico que se tiene para el almuerzo, porque si es un equipo de trabajo con variables de salario muy grandes pasará que las personas se sientan comprometidas, o incluso van a decir que no pueden ir porque tienen otras actividades, cuando realmente no van a ir por un factor económico. De igual manera, este tipo de citas se deben realizar de forma esporádica, para que realmente sean especiales.
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Pablo Alejandro Alzate
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